Gea, 1610. La expulsión de los moriscos

 

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El 20 de agosto de 1610 salieron de Gea de Albarracín, tierra del Conde de Fuentes, 2.220 moriscos, cumpliendo el edicto de expulsión firmado por el rey Felipe III. En esta II edición de "Juan Palomero, el último morisco de Gea", queremos aproximarnos a este episodio clave en la identidad de nuestro pueblo.

De mudéjares a moriscos

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En la Edad Media, la necesidad de repoblar los territorios “reconquistados” al Islam, llevó a los monarcas hispanos a permitir la presencia de los antiguos pobladores musulmanes, ya en tierra cristiana, con libertad de culto y costumbres a cambio de un impuesto especial. Estos musulmanes, denominados “moros” en su época, son llamados hoy “mudéjares”, palabra derivada del árabemudayyan, que traducimos por vasallo o sometido. En tierras aragonesas y de manera significativa en la ciudad de Teruel, a la presencia de estos mudéjares debemos el excepcional legado del arte mudéjar, fruto singular de esa coexistencia cultural.
Esa población mudéjar en los reinos cristianos, a la altura del siglo XV y bajo la monarquía de los Reyes Católicos, se entendio como una amenaza y un obstáculo a la unidad religiosa que pretendían para todos sus territorios, uno de los cimientos del estado moderno. Así, del mismo modo que en 1492 se decretó la expulsión de los judíos, la población musulmana en Castilla y en las Comunidades de Teruel y Albarracín fue obligada a la conversión al cristianismo en 1502. En el resto de Aragón esa conversión forzosa llegó en 1525, bajo el reinado de Carlos I. A los antiguos musulmanes, entonces bautizados, se les conoce como "cristianos nuevos" o moriscos, y como tales vivirán en suelo hispano hasta 1609-11.


Ni cristianos ni musulmanes

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Oficialmente, en 1526, toda España es católica, si bien la sociedad y sus autoridades civiles y religiosas seguían teniendo presente la distinción entre el cristiano viejo y el nuevo, convertido en problema nacional y nunca completamente asimilado. Prohibidas sus ceremonias, vestimenta y costumbres, censadas sus casas, a veces reubicados y desarmados, los moriscos serán vigilados por la Inquisición, atenta a sus prácticas criptomusulmanas, por sus señores, temerosos de las revueltas (guerra entre moriscos y montañeses de 1585), y por la Corona, que veía en ellos la quinta columna del temido turco (1560-1580), o a unos conspiradores en connivencia con Francia (1599). Si bien las razones de su expulsión son mucho más profundas y complejas, lo cierto es que estos moriscos, sobre los que no hubo demasiada labor catequética ni integradora, acabarán siendo el chivo expiatorio para ocultar la incapacidad de un monarca y su valido ante una gravísima crisis -política, económica, social- que no hacía más que empezar y que la expulsión, lejos de paliar, agravó profundamente.


La expulsión

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Sólo en Aragón, el colectivo morisco suponía entre el 15 y el 20% de la población (Gregorio Colás), la mayoría asentados en el valle del Ebro y sus afluentes por la margen derecha. En la provincia de Teruel, se concentraban en torno al Bajo Martín, el Guadalopillo y las localidades de Burbáguena, Teruel, Gea, Albarracín y Bezas. La mayor parte de estos moriscos eran vasallos de los grandes señores aragoneses y les aportaban la mayor parte de sus rentas. Por eso, la expulsión no fue bien acogida entre las elites del Reino.

Aunque desde el mismo momento de su bautismo, los moriscos fueron objeto de debate y siempre hubo quien sugirió la expulsión, ésta no llegaría hasta 1608. Lerma, valido de Felipe III, fue el artífice de la medida, que aprobó por unanimidad el Consejo de Estado desoyendo otras sugerencias que la hubieran evitado. El 22 de septiembre de 1609 se publicó el bando para Valencia. Entonces, cundió la inquietud entre los moriscos aragoneses. Las autoridades, la nobleza y el clero del Reino hicieron notables esfuerzos por detener la inminente medida, pero toda gestión fue en vano. El 17 de abril de 1610 firmó Felipe III la expulsión de los moriscos aragoneses y el 29 de mayo se publicó en Zaragoza el bando de la misma en nombre del virrey, el marqués de Aytona.

El edicto era claro: debían salir todos los moriscos de Aragón, hombres y mujeres, a los tres días de publicado el mismo, permitiéndoles “lleven consigo de sus haziendas muebles, lo que pudieren en sus personas, para embarcarse en las galeras y navíos que están aprestados para llevarlos adonde huvieron de ir… advirtiendo que los mismos moriscos lleven lo que huvieren menester para su sustento”. El mismo bando decretaba la pena de muerte para quienes destruyesen sus bienes con su marcha y, sin embargo, insistía en el respeto por la vida del morisco, prohibiendo cualquier maltrato sobre él. 

De Aragón salieron más de 60.000 moriscos (H. Lapeyre). Algo más de la mitad se marcharon por el puerto de los Alfaques entre junio y septiembre de 1610; cerca de 10.000 lo hicieron por Vera- Roncesvalles en agosto de ese año y unos 12.000 por Somport entre agosto y septiembre del año siguiente. La mayoría, rechazados en otros puertos, acabaron desembarcando en Túnez.

Las consecuencias

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 Todos los historiadores coinciden en que la expulsión de los moriscos fue total en Aragón, del mismo modo que las consecuencias de la misma fueron gravísimas para la economía, las finanzas, la cultura y la sociedad aragonesa: pérdida demográfica, pueblos prácticamente abandonados, disminución de la superficie cultivable en secano y regadío, retroceso de la industria artesanal, reajuste de censales e intereses de los préstamos a los concejos, ruina de los acreedores... por no hablar de la inmensa tragedia humana para quienes tampoco fueron bien recibidos en sus lugares de destino.

Fuentes:

Gran enciclopedia aragonesa on line:
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/monograficos/historia/mudejares_en_aragon/moriscos_aragoneses.asp

Alamán Ortiz, M.: “Gea de Albarracín, importante núcleo morsico”, Rehalda, nº3, 2006, pp. 53-58.

Colás Latorre, G.: “Los moriscos de la Corona de Aragón: la conversión”, VIII Simposio Internacional de Mudejarismo. De mudéjares a moriscos: una conversión forzada. Actas, Teruel, CEM, 2002, vol II, pp. 783-796.

Lapeyre, H.: Géographie de l’Espagne morisque; París, 1959, pp. 95-98.

Lomas Cortés, M.: La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón, Teruel, CEM, 2008.

El Centro de Estudios Mudéjares, del Instituto de Estudios Turolenses, por su labor investigadora y editora, posee una interesante colección de fondos y materiales de temática morisca, que satisfarán el interés de los más curiosos. En su página web pueden consultarse algunos de esos recursos, así como referencias bibliográficas y enlaces recomendados. http://centrodeestudiosmudejares.deteruel.es/

 

 
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